Balcón de Pilatos, Urbasa. Navarra.

Vista desde el Nacedero de Urederra, por encima de nuestras cabezas, hacia el borde abismal del Balcón de Pilatos, formidable precipicio que cierra el raso de Urbasa por el sureste.

Espacios intransitables, la vegetación combina las grandes hayas con el bosque bajo, de forma que es muy dificil caminar por ahi. Si bien existe hacia la derecha, mas abajo, una senda que nos sube al raso de Urbasa.

No siempre estos bucólicos parajes de la Sierra de Urbasa han sido escenarios de paz. Durante la guerra civil, concretamente en el verano de 1936, de Julio hasta setiembre, se produjeron una serie de asesinatos, en forma de fusilamientos en unos casos, mientras que en otros las victimas fueron arrojadas desde lo alto del roquedal, visible en la imagen, una altura superior a cien metros.

Estos crímenes, pese a los esfuerzos de varios colectivos que intentaron esclarecer el número de víctimas, al amparo de la Ley de la Memoria Histórica, nunca han sido documentados plenamente.

Entre precipicios y simas, estos bellísimos bosques de Urbasa albergan este siniestro secreto.

Un texto autobiográfico, publicado en Argentina hace setenta años con el título " No me avergoncé del Evangelio ", narra los terribles crímenes que se vió obligado a presenciar Don Marino Ayerra Redin, párroco de Alsasua, Navarra, localidad muy cercana a Urbasa. Describe el terrible viaje que los condenados a morir hacían a través de Urbasa, hasta ser arrojados por el Balcón de Pilatos o fusilados y arrojados a una de las diversas simas existentes en toda la Sierra de Urbasa. La mas conocida, tristemente, es la de Otsoportillo, que en la actualidad está cerrada por una reja y sobre ella se alza un sencillo monumento y placa de recuerdo y homenaje a los alli cruelmente asesinados. Restaurada la democracia, el libro del padre Ayerra fue reeditado en España en 1978. En mi poder, un ejemplar. Lo lei, el editado en Argentina, a la edad de quince años. Lógicamente, me marcó muchísimo y no lo olvidare jamas. El Padre Ayerra, transido de dolor por cuanto presenció, se exilió en Argentina, donde murió sin haber vuelto nunca a España.

Muchisimas gracias a todos.

Muy cordialmente, Eduardo.