LOS PUENTES DE MADISON

THE BRIDGES OF MADISON CONTRY, fue un guión escrito para el cine en 1995 por Richard La Gravenese, basándose en una novela de Robert James Waller y nos sitúa en 1965, narrando con absoluto realismo, una simple historia, que puede ser la de un ama de casa cualquiera, en cualquier parte del mundo, casada y con dos hijos, teniendo ante sí la posibilidad de vivir cuatro días sola, mientras su familia hacen un viaje.... Todo ello la llena de libertad, de poder escuchar su música preferida, de sentirse sola y de volar...... Estos días supusieron para Francesca un giro fundamental y los refleja en los diarios que sus hijos descubren después de su muerte. Seguramente el actor y director Clint Eastwood cuando leyó la obra de Robert J. Waller, vió en sus capítulos lo que podía ser un nuevo proyecto a dirigir y así imagen tras imagen, fué construyendo en su privilegiada mente, lo que hoy en día está considerada como un clásico del romanticismo con mayúsculas. Ya en las escenas primeras nos abren un amplio ventanal donde vamos a encontrarnos con una brisa cálida, acompañada de arias de Opera, en la que dos hijos reciben los objetos de una madre, recientemente fallecida.
"Estos dos seres reciben entre las pertenencias personales, una llave. Sorprendidos y con ayuda de esa llave abren lentamente un viejo baúl....Se ven invadidos por objetos, cartas, fotos, notas personales y tres libros blancos, donde su madre ha ido escribiendo a modo de diario, los cuatro días que vivió hace años, de manera fluida, tierna y sincera. Con su lectura retoman recuerdos de la infancia, y se presenta ante ellos una madre distinta, un alma de mujer totalmente desconocida a cuantos recuerdos conservan de ella."
No importa lo que Francesca pudiera vivir en cuatro días, en tantas horas consumidas, o los momentos de gozo y felicidad devorados, porque se nos va abriendo el eje central de un alma vacía, anhelante, apartada de la civilización y entregada a su familia en cuerpo y alma. Es como una gaviota sin rumbo, surcando los mares en busca de felicidad, una felicidad que le es prohibitiva en el circulo en que se ha movido todos esos años, hasta que la luz se refleja en sus pupilas y escucha el ruido de un coche que se acerca por el sendero que conduce a su casa......
La gaviota comienza a percibir la luz del amanecer y ya nada será como antes.....
Estoy convencida que Clint Eastwood creó en su mente una bella historia de amor, entresacada de las líneas de la obra de Waller, percibió en esa gaviota solitaria, todo un canto al amor, a los condicionamientos, a una hipócrita sociedad e imaginó mucho antes de comenzar a rodar LOS PUENTES DE MADISON, un relato tan creíble como el mismo cielo y tan real como los sentimientos de sus protagonistas. Clint es uno de los directores mas sobresalientes del cine actual, posee la destreza de saber contar, haciendo que la historia se torne nuestra, emocionándonos hasta lo mas profundo del interior. Es un maestro, un artesano de la vieja escuela, que dá mucho mas de si, tras una cámara que delante de ella. Posee esa sensibilidad mágica de hacer creer lo increíble y emocionarnos, saboreando la técnica cinematográfica en toda su magnificencia. Clint ha dirigido un clásico, una pieza de culto y una historia de amor tan inmensa como el mismo cine. En su haber navegan títulos inolvidables, pero creo que con LOS PUENTES DE MADISON, supo estar a la altura de los más grandes y hoy en día la película está considerada todo un homenaje al más viejo sentimiento del hombre...
!!el amor!!.
Me gustaría lanzar a la persona de Clint Eastwood, mi agradecimiento a un trabajo tan hermoso, creado con guante de maestro y por las siguientes causas:
Por dejarnos esta soberana lección de cine, obra maestra para el recuerdo.

Por tratarnos como adultos a los que vamos al cine para algo más que comer palomitas de maíz.

Por llevar a la pantalla esta hermosa historia de amor llena de trampas sin caer en ellas.

Por su sensibilidad a la hora de filmar esta catarata de sentimientos contenidos que desborda la pantalla.

Por demostrarnos que se puede hacer una película romántica sin caer en la cursilería.

Por regalarnos dos de las mejores interpretaciones jamás vistas en pantalla.

Por saber filmar la renuncia y el dolor en fotogramas de oro puro.

Por mostrarnos en imágenes imposibles de olvidar que los “duros” también lloran.

Por esa furgoneta; por ese semáforo en rojo; por ese intermitente a la izquierda...

Por ese semáforo en verde; por una ventanilla que sube.

Por la mejor secuencia de los últimos treinta años, sinfonía inmortal bajo la lluvia.

Por su libro de fotografías; por su cámara fotográfica, por esa cruz.
Por esas lagrimas en un rostro de mujer.

Y sobre todo, por el inolvidable final.

Que tire la primera piedra quien no haya dejado por los senderos de la vida un amor similar, puede que no tan puro, tan arraigado y vital, pero en el caminar de la vida, todos hemos encontrado un alma solitaria que nos hizo palpitar el corazón, que nos trajo momentos inolvidables en nuestra mente y cuerpo.
Todo el que haya sentido aunque solo sea por una vez en su vida, el roce del amor, puede comprender este homenaje a LOS PUENTES DE MADISON
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LOS PUENTES DE MADISON. Carta póstuma de Robert a Francesca
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