En el verano del 2009, pasamos unos días en Moraira, Ricardo y yo, como tantas veces. En esa ocasión coincidimos con mis hermanos Luisón y Raquel, que habían ido a casa de mi hija María y David.

Siempre hemos disfrutado muchísimo en Moraira, unos y otros.

Una noche en la que hacía un calor húmedo y sofocante, fuimos los seis a cenar al restaurante EL CHAMIZO, que tiene una terraza al aire libre con unas vistas preciosas al mar mediterráneo, donde te asomabas y veías una cala maravillosa. Nos juntaron dos mesas y mientras nos traían la cena que habíamos pedido, aperitivos y cena, empezamos a charlar… La menda estrenaba un traje rosa fucsia con flores estampadas que era una preciosidad y me quedaba de rechupete.

Mi hermano Luisón sacó a relucir algo que me ocurrió en Cádiz hace muchos años. Salió mi foto en bañador en la portada de una revista, y me preguntó si la tenía. Le dije que no, porque era una revista de propaganda que repartían por la playa donde anunciaban restaurantes y salían fotos de los bañistas, pero que habían pasado muchos años y por lo tanto, ya no existía, (según me había dicho un amigo de Cádiz, que le pregunté y se molestó en averiguarlo en la hemeroteca, sin conseguirla)…

Las cosas que decía Luisón eran para troncharse de risa preguntándome miles de cosas, entre otras, que si no habíamos puesto una denuncia a la revista, le dije que no se me ocurrió en ese momento, porque la revista la trajo a Jerez un amigo de mis primos y cuando se la pedí, no me la quiso dar…me preguntó si Ricardo se había enfadado conmigo y le contesté: ¡Si todavía no éramos novios! y empezamos a reírnos todos sin poder parar.
Yo, que debo tener el ‘muelle de mi vejiga flojo’, de tanto reírme se me escapó parte de mi pipí, sin poderlo evitar… Disimuladamente le pregunté a mi hija María, que estaba sentada a mi lado: niña ve por detrás, me voy a levantar y me dices si se me ha manchado el traje. Ella lo vio y me dijo: es muy poco, mamá, no te preocupes… entonces me levanté, miré la tapicería de mi silla y descubrí una mancha. ¡Qué apuro me entró! No dije nada más y empezamos a cenar. Yo me había sentado donde estaban juntas las dos mesas, cubiertas con un mantel y había un pequeño espacio entre ellas, intentamos unirlas más pero no se pudo… Entonces comente a los demás mi sucedido y encima se rieron… Ricardo me llamó cochina, (cariñosamente) y más nos reímos… Jajajaaaa.
Nos trajeron un rico aperitivo y cervezas para todos en unas copas altas y delgadas, que no me gustaron nada de nada, porque me parecían inestables, pero no me atrevía a decir ni pío… y acordándome de la ranura de las mesas, le hice unas señas al camarero enseñándosela y me puso la cerveza al lado de la ranura ¡menos mal!, pero con el charloteo y las risas al beber unos sorbos, no me acordé y la planté en la dichosa ranura… se cayó la copa derramándose y me puse perdida de cerveza… todos me dieron sus servilletas para empapar el dichoso líquido, pero ya me había caído un buen chorro encima de mi traje. Me lo sequé como pude… estaba claro que NO era mi noche. ¡Vaya estreno de traje!

En la cena nos pusieron vino blanco, estaba fresquito y rico… rico. Algunos pedimos postre, el mío era de chocolate, que me encanta, y alguien que estaba sentado frente a mí quiso probarlo, sin querer le dio con la mano a mi copa y se derramó el vino manchándome mi desgraciado traje… Total, que entre el pipí, la cerveza y el vino, tenía una peste espantosa, pero todos me decían que no, (para consolarme, claro) terminamos de cenar los últimos, los comensales de las otras mesas se habían ido, y como me daba apuro que los camareros me vieran el vestido tan manchado y maloliente le dije a mi hija: cuando me levante pégate a mi espalda y acompáñame al baño. Así fue y entonces comprobé la magnitud del triste sucedido… ¡Se me había empapado las bragas también! María desde fuera me preguntó, y le dije lo de las bragas, ella me dijo: ¿No has traído otras bragas? ¡Pero hija, no suelo llevar bragas de repuesto en mi bolso! Pues entonces quítatelas mamá, pido una bolsa de plástico a un camarero y las metemos en la bolsa… Niña, ¿Cómo voy a ir con el culo al aire?, mami, no pasa nada, nadie lo notará, además el traje es de seda y con el calor que hace se secará. Vale, le dije…

Los demás nos estaban esperando y al llegar nosotras nos dijeron que nos íbamos a tomar unas copas a otra terraza… Les dije que a mí me llevaran a casa para poderme duchar y quedarme limpita, pero no quisieron… Así que nos fuimos y estuve todo el tiempo preocupada con mi traje estrecho y sin cruzar las piernas para que nadie descubriera mis partes intimísimas desnudas. Al rato se me había secado el vestido y me alegré una barbaridad…

Llegamos a casa a las tantas, pero me di mí ansiada ducha y me perfumé, quedándome más que a gusto.
El traje no volví a ponérmelo, solo cuando estaba en casa… no me fiaba del traje de las narices, por si las moscas…

Adela

Me Lo Dijo Adela - Xavier Cugat
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