Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, si nos aburríamos y nos portábamos mal, nos decía mi madre con mucha frecuencia “Cuando el demonio, no tiene nada que hacer, espanta moscas con el rabo”. Siempre nos mandaba cualquier tarea para que estuviéramos ocupados y no nos aburriéramos, porque estando aburridos, era cuando nos portábamos muy mal…


Dicen que el aburrimiento es una ‘enfermedad’ difícil de curar. Hace poco leí que hay tres remedios contra esa enfermedad: el trabajo el amor y el interés por los detalles pequeños, y que esos remedios, además sólo se venden en forma de ‘semilla’… que hay que tener un poco de paciencia cuando se siembran porque al principio son algo muy pequeñito, pero luego crecen, acaban floreciendo e iluminando tu vida.

Hay muchas personas que están tan perezosos y aburridos que no tienen fuerza para divertirse. Dejan simplemente pasar las horas sin encontrar nada que les ilusione. Las tardes se les hacen interminables, dicen que todos los días son iguales, que todo les cansa… Les cansa lo malo, y se cansan también de lo bueno. Se aburren los que tienen poco y se aburren, incluso más, los que tienen mucho.

El problema no son los aburrimientos transitorios, sino el que toma posesión del estado habitual del desánimo, el de esa gente que con veinte años dice que ya lo ha visto todo y que todo le aburre.

El aburrimiento en general no se combate divirtiéndose. Las diversiones pueden arrancar horas y hojas de tristeza, pero no arrancan su raíz. Las diversiones resuelven sólo pequeños instantes de aburrimiento, aunque también es muy necesario divertirse sanamente.

La forma de resolver el problema global del aburrimiento es enamorándose de la tarea que nos ocupa la mayor parte del tiempo que en esta vida pasamos despiertos…
El aburrimiento se combate trabajando.
Quien se entrega con generosidad al trabajo, es difícil que conozca el aburrimiento.

El trabajo es uno de los mejores educadores del carácter. El trabajo enseña a dominarse a uno mismo, a perseverar, a templar el espíritu, a olvidar tonterías que nunca tienen importancia, a no perder el tiempo y a muchas cosas más.


Trabajar, es muy estimulante…

Es interesante descubrir el valor grande de cosas que pueden parecer insignificantes. Nada es inútil, porque todo es valioso, y porque el encanto de una labor se esconde detrás de ese disfrutar haciendo y terminando bien las cosas que empezamos, cuidando esos detalles que hacen que nuestro trabajo sea interesante y les merezca la pena a los demás.

Cuando eso es así y lo logras, te colmas de satisfacciones.

Si os digo la verdad, y podéis creerme, rara vez me aburro cuando me entrego a lo que más me gusta, la escritura. Soy capaz de pasarme horas escribiendo sin darme cuenta. Ni siquiera miro el reloj. Considero que hacer lo que a cada uno le gusta hacer, como en mi caso es escribir, no deja paso al aburrimiento y desde luego mucho menos al hastío…

Nunca me sentiré sumida en el aburrimiento y en el hastío, por muchos problemas que me vayan llegando en la vida… -que me seguirán llegando, me guste o no, eso será irremediable-, pero seguiré entusiasmada con lo que estoy haciendo, y mi entusiasmo me dará fuerzas para seguir… y seguir a pie de cañón mientras tenga vida. Eso lo tengo muy claro.

Ojalá mí tiempo se pudiera duplicar o estirar…
Ojalá el día en vez de 24 horas tuviera muchas más.
Ojalá un año se multiplicara por diez.
Ojalá mi vida se alargara tanto que me diera tiempo de poder hacer infinidad de cosas que quiero hacer, aunque probablemente no me alcance por el tiempo que me quede... Pero nunca será por falta de ganas…

Hay un poema precioso, que me gusta mucho:

“Quizás estando sola, de noche en tu aposento,
Oirás que alguien te llama, sin que tú sepas quién.
Y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se ven…
Y también es posible que una tarde de hastío
como florece un surco, te renazca tu afán.
Y aprenderás entonces que hay cosas como el río,
que se están yendo siempre, pero que no se van….
O al cruzar una calle tu corazón risueño,
recordará una pena que no tuviste ayer.
Que hay cosas como el sueño, cosas que nunca
han sido, pero que pueden ser…
Por más que tu prefieras ignorar muchas cosas,
sabrás por qué suspiras oyendo una canción,
y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,
cosas que son hermosas, sin saber que lo son…
Y una tarde cualquiera sentirás que te has ido,
y un soplo de cenizas regará tu jardín,
y aprenderás entonces que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin…

(José Ángel Buesa)



Precioso, verdad?
Adela