Tendría ocho años, cuando le pregunté un día a mi madre, ¿Qué es tener talento? Y ella me contestó: Es algo que descubres, y te hace destacar de otras personas, como el pintor, el escultor, el músico, o cualquier otra afición, a la que te dedicas por entero y con mucho interés, como escribir… Le dije: entonces tú tienes el talento de saber escribir?, me dijo que sí, y que lo hacía porque le gustaba mucho hacerlo, procuraba hacerlo bien, y escribiendo se sentía muy feliz cuando lograba que estuviese bien escrito. Le pregunté si yo tendría alguno y me dijo, ¡claro que lo tendrás!, aún no lo has descubierto porque eres muy pequeña, pero ya lo descubrirás.

Han pasado muchos años de esa charla con mi madre, y ahora sé que el talento, lo descubres con el tiempo y es cuando te conoces a fondo.
Si no te conoces a ti mismo, nadie te conocerá. Debemos valorarnos y apreciarnos lo suficiente para ‘lanzarnos a vivir’ y descubrir quienes somos realmente. Si no te paras a pensar en ti mismo y valoras si tienes o no algún talento, nunca tendrás la autoestima que necesitas tener, y es necesaria tenerla. Sobreestimarse es una estúpida vanidad, pero subestimarse es una idiotez.

¿Por qué no conseguir nuestros sueños? Tal vez podamos ser un buen Músico, o un Escultor, un gran Médico o un Escritor. ¡Hay que soñar en grande! Por algo estamos aquí, para vivir y soñar en ser ‘alguien’ más o menos importante, o al menos destacar en algún talento que tengamos, desarrollarlo, perfeccionarlo y disfrutarlo. Pienso en el cambio tan enorme que le daríamos a nuestra vida si descubriéramos nuestros talentos innatos y los pusiésemos a trabajar. Saltar por la mañana de la cama con un sentimiento de ilusión y emoción porque te vas a dedicar a lo que tanto te gusta, es algo que te apasiona, y el desarrollarlo bien, te da una enorme satisfacción.

El secreto se basa en lograr seguridad en ti mismo, y saber comunicarte con los demás, sin temor. Apreciarnos lo suficiente para valorar lo que sabemos hacer aunque sean talentos mediocres, pero nunca desanimarnos, al contrario, trabajarlo bien para lograr autoestima y mejorarla. Siempre he pensado que si llevamos una buena o mala vida, será dependiendo de lo que hayamos decidido hacer con ella. Creo que si trabajo duro y me esfuerzo, seré capaz de conseguir lo que quiera.

Si tenemos en cuenta que el talento puede ser aprendido, es una suerte, por la capacidad o la habilidad más o menos sobresaliente para realizarlo y porque se trabaja duro para conseguirlo. Se consiguen los objetivos porque se buscan y se puede llegar a tener éxito si con perseverancia y buena planificación se trabaja, pero no sin esfuerzo.

Escribir es un inmenso placer...

La escritora STEF PENEY, concibe el ejercicio literario como “Un viaje emocional” que no precisa de más herramienta que la propia imaginación.
Para lanzarte a escribir, si es algo que antes nunca te habías planteado, es preciso tener las más ‘bonitas’ palabras listas en el pensamiento y en la boca, para que nos acompañen en el placentero y fascinante viaje de la escritura… dar rienda suelta a tu imaginación, recopilar conocimientos, leer, viajar, haber vivido aventuras y sueños, conocer la vida de otras personas, aprender de sus experiencias, rebuscar en tu biblioteca, saber utilizar el diccionario para encontrar las palabras correctas y su significado, y escribirlas con orden y corrección.

Cuando medianamente consigues esto… ¡Te lanzas!
Estanislao Pacheco nos dice: “¿Y para que escribimos? Para contar nuestras experiencias y comunicarlas a otros, para transmitir nuestros sentimientos, para ordenar nuestras acciones, para comunicar mensajes, para insinuar algo y que otros comprendan lo que sentimos, y para no olvidar datos importantes y recuerdos de nuestra vida”.


Tener un cierto nivel de cultura y ser curiosa, saber memorizar, estudiar y aprender a escribir sin faltas de ortografía (aunque algunas se te ‘escapen’, pero también la lectura ayuda a corregirlas), poner orden en las palabras y en las ideas para conseguir comprender bien lo que se desea escribir. Por eso es por lo que debemos reflexionar mucho antes de escribir algo y preguntarnos si somos capaces de llegar a otros con un mensaje correcto, tal como es nuestro deseo… “Dime como escribes, te diré como eres y lo que sientes”.

Lanzarte a escribir, no es limitado, no lo es más que otras aficiones. Pienso que es un derecho de todos. Solo es atreverte a hacerlo sin miedo, aunque naturalmente con una cierta preparación, y por supuesto con tu propio estilo. Pero la escritura no está limitada a los grandes escritores consagrados.
Escribir es mucho más simple de lo que siempre creemos, es el encuentro con uno mismo, con nuestra creatividad sigilosa, que para nuestra sorpresa y asombro, resulta siempre más sabia y profunda de lo que imaginamos. Escribir es simultáneamente un derecho, un placer, una meditación, una terapia, un destapar el alma y dejar fluir las ideas, y puede llegar a ser la mejor de las satisfacciones.

Es la mejor forma de liberar la creatividad mediante la escritura, experimentando hallazgos inimaginables y sensaciones inesperadas. Descubrir la parte natural y personalísima de nuestra vida, porque es propio de la naturaleza humana, nos convierte en dueños de nuestro mundo porque aporta claridad y pasión al acto de vivir. Es sensual, es experimental y sustancial. Es bueno para el alma porque nos descubre la creatividad, y un sendero ‘alfombrado’ a través del mundo en que vivimos.
Pero sobre todo debemos escribir, porque todos lo podemos hacer. Todos somos escritores y tenemos nuestras experiencias de vida. Se logra la consecuencia de un bien, produce un sentimiento de satisfacción, el placer de razonar, de aprender constantemente, de investigar y desde luego, el inmenso placer de escribir. Además ayuda a fortalecer vínculos afectivos o ‘construir’ más allá de uno mismo. Marcan los criterios de la realidad, y los límites, y hacen ‘disfrutar’ de manera emocional, (como decía Freud).

Desde que he descubierto que me gusta escribir, me resulta un verdadero PLACER. Me exige vocación, y sentido estético. ¿Acaso el logro de un cuento, una novela, una anécdota o simplemente un pequeño artículo, no produce placer escribirlo?. La respuesta mía es siempre la misma: ¡Por supuesto que sí!

Es curioso, pero siempre que escribo lo hago primero a mano en un borrador, no escribo directamente en el ordenador, lo hago así para ordenar mis ideas y para que lo que diga tenga sentido sin que se me agolpen las palabras.
Dicen que usar la pluma personaliza la escritura, refleja tus sentimientos y estados de ánimo, ya que éstos quedan representados en la forma y la intensidad de trazo. Además acostumbrarse a escribir a mano estimula el cerebro y ayuda a conservar la destreza y las facultades en las personas de edades avanzadas… y yo, ya estoy en esa ’avanzadilla’…

Son sensaciones escritas que muchas veces me liberan de conflictos, lo que representa una gran satisfacción cuando lo logro. Al narrar transmitimos información, pensamientos, y algunos conocimientos. La creatividad se puede desarrollar y además estimula el sentido crítico.

En resumen, escribir es un verdadero “Viaje de placer” que me lleva y me trae por el mundo, me complace, me estimula y me alegra la vida porque me llena de satisfacción dar rienda suelta a mi creatividad y mi imaginación. Si tuviera que explicar con palabras mi afán por la escritura, solo podría decir que lo hago por ser extrovertida y muy comunicativa, no lo sabría explicar de otra forma, y muy probablemente lo haya heredado de mi madre, aunque ella era una magnífica escritora.

Le escribí a mi hija Adela, cuando se fue y se independizó, preguntándole si creía que su madre tuviese dos personalidades, por el hecho de atreverme a escribir, cosa que antes no sabía hacer ni me atrevía, (ella es Psicóloga) y me contestó esto:

“Querida madre de mis entresijos y mis entrefaunas. Dudo mucho que tengas doble personalidad, ¡menos mal! Estoy convencida como muchos científicos, de que los talentos tienen un gran peso genético, así que tú lo has heredado de la abuela Enriqueta, que escribía tan bien. Lo que pasa es que hasta ahora no te había dado por desarrollar ese maravilloso potencial, aunque debes recordar las pedazos de cartas que escribías desde Egipto, por ejemplo, a toda la familia, cartas de 10 y 12 folios en donde contabas semanalmente todo lo que vivíamos allí, ¿recuerdas?
Me encanta que ahora lo hayas descubierto y estés tan motivada para desarrollarlo. Lo estamos viendo tus hijos y papá, y lo que nos vas mandando a todos nos gusta mucho. ¡Ánimo mami, me encanta verte tan feliz!””

Es graciosa porque me llama desastrito, y más cosas…

El descubrirme esta deliciosa afición por la escritura, ha sido para mí una renovación de mi propia vida, me resulta fascinante y emocionante…
El día que ya no esté aquí, podré dejar cumplidas tres reglas importantes: Sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro, aunque en realidad he sembrado muchos árboles, he tenido tres hijos y quién sabe si me dará tiempo para escribir un libro… Espero que sí!..

Lorenzo Helguero, en su blog, tiene un Soneto magnífico, de Cesar Vallejo. Cuando lo leí, fue como si me diera un empujoncito y me animase a intentar escribir.

“”Escribe con la punta del zapato,
escribe lo que sea, pero escribe,
escribe con el puño en arrebato
de sapiente animal: almuerza y vive.
Mide-opcional- la sílaba y la rima
y ordena como quieras tu estructura,
llega de un salto a la alcanzable cima
de la alada palabra que fulgura.
Mira voraz, y sensualmente toca
la palabra; colócala en tu boca
y engúllela sin sal y con la espuma.
Escribe, aunque incomode el nuevo modo
escribe con la frente y con el codo
¡Poeta, escribe, y que te salga espuma!
***

BESOS para todos, Adela.