Siempre me han gustado los días de lluvia, oscuros y fríos en los que parece que el cielo se va a caer sobre nuestras cabezas, esos días son especialmente apropiados para que nuestra mente divague por lugares por donde pocas veces solemos adentrarnos.

Tanto tiempo para pensar y poco tiempo para digerir lo que hemos pensado, un gran dilema si damos por hecho que la mayoría de esos pensamientos no nos traen nada bueno por el contrario son como "vómitos emocionales" que parecen llegar como truenos y relámpagos y destruyen cualquier intento que hacemos de buscar esos momentos "zen" que nos hacen sentirnos bien con nosotros y con nuestros iguales.

A lo largo de estos días oscuros parece que nos precipitamos hacia inmensos precipicios sin fondo, cuando aparentemente caes el golpe nunca llega...cuando quieres retroceder es imposible pues todos esos pensamientos negativos se han convertido en feroces bestias que esperan el momento adecuado para atacar y dar el zarpazo definitivo para acabar con cualquier posibilidad de salvación.

Somos seres pensantes, desgraciadamente no todos pensamos de la forma más adecuada, y esos pensamientos son armas que tienen un doble filo que pueden ser letales y tremendamente efectivos a la hora de "cortar cabezas", si, en ocasiones hay que cortar cabezas y es en esos momentos, cuando ahí fuera la lluvia es más intensa y los nubarrones convierten el día en noche en los que las "testas" ruedan sin remedio hacia alcantarillas oscuras, frías y húmedas...jamás podrán ser recuperadas...

Decía un antiguo amigo que en esta vida siempre nos vamos a encontrar "ratas de alcantarilla" refiriéndose a personajes de "medio pelo" que poco nos aportan y nada se dan a ellos mismos para poder salir de su egocentrismo ascético o místico, lo podemos llamar de las dos formas pues ambas son válidas para desdibujar a estos peleles insufribles que deambulan por nuestras vidas llenos de orgullo pero vacíos de sentimientos.

"Siempre nos quedará Paris" decían en alguna película de esas que te llegan al alma de las que ya no se hacen, siempre nos quedaran esos días de lluvia oscuros y fríos en los que retomar los más letales pensamientos de nuestra mente y vomitarlos, porque en ocasiones, cuando caminas y enfrente te encuentras un enorme precipicio y al querer dar marcha atrás aparece una jauría de feroces lobos hambrientos, tienes un dilema complicado de resolver...¿qué camino tomar?...