Queribines ardientes

que danzan al son de zapatos de charol,

cien cristos hacen reverencia a la pasión.


Pasión de confesionarios y de cuartos

sagrados.

Túnicas bendecidas que se mezclan con

la tierra para ser menos sacras y más humanas.

Olor a libros viejos y blancas tizas húmedas de

dolor.

Rosarios rotos por un sentimiento tan noble

como es el amor.

Arcángeles con medias de maya, celosos,

no de lo divino, sino de lo humano, danzan

y no quieren orar.

Bíblias con huellas místicas de negro betún

cuentan orgías secretas entre bellos querubines

en el altar mayor, donde lo místico y lo humano

se unen para convertirse en una gran pasión.