Un árbol con todos mis respetos

Te conocí durante muchos años, desde que yo era joven y tú mayor. Fuiste un árbol recio, que aguantó erguido el paso del tiempo y de los hombres, los embites climatológicos, desde duras granizadas hasta fuertes vientos del Sur con temperaturas que abrasaban, pasando por semanas de lluvia continua... Estoico, mantuviste tu orgullosa personalidad, sin tenerte por hermoso, ni quejarte por los constantes bocados que dieron las cabras, a tus hojas, ramas y tronco. Extiendes tus ramas al cielo, manteniendo aún erguido tu cuerpo desgajado, como en un gesto de dolor. Nadie te cuidó, al final me apena verte agonizando. Mereces mi respeto y que te guarde en el recuerdo porque yo sé que has sido mucho más de lo que ahora pareces. Vives los martirios de tu vida en soledad sin queja, no es posible ya que tus rebrotes te florezcan; lenta, pero inexorables llegan los últimos tiempos de tu vida, pero tú estás resistiendo erguido hasta el último día. Todo un ejemplo; gracias amigo...
¡Viva la madre naturaleza que te engendró!

Gracias por la visita y que tengas fortaleza.