Volveré una tarde de septiembre
con los primeros soles
y las últimas ballenas,
caminaré tus playas
y tus doradas dunas,
me perderé en la bruma
de una tarde cualquiera.


Mi corazón
no habrá partido entonces,
será como no haberme ido nunca,
seré parte de ti otra vez,
te cantaré mis deseos
y me dormiré en la humedad
de tu oleaje blanco,
en el olor a mar sereno,
sobre un colchón de caracolas.

Volveré a caminarte una tarde...
una tarde como esas tantas
en que te he dado mi infancia,
volveré a darte mis sueños,
mi sonrisa, como tantas mañanas
y de mis noches,
las últimas lágrimas.

Volveré a ti,
aunque nunca me he ido,
y seremos otra vez
cielo y mar...
arena y espuma...
profundidad e infinito...

Teresa Aburto Uribe, Volveré



Llegará, inexorablemente, el otoño y cubrirá de hojas secas los caminos de arena fina que, como alfombras cálidas y suaves, extendía el verano a nuestro paso. Vendrá el otoño a buscar las hogueras de junio, las noches infinitas de julio, la luz roja de agosto y convertirlas en todos los tonos del ocre, en un mar de nubes grises, en una larga madrugada de secretos y silencios. Volverá el otoño con su sabor de vino oscuro en septiembre, con su voz de lluvias de octubre, con sus ojos tristes de noviembre, con sus fríos dedos de diciembre.

Regresará, imparable, implacable, nostálgico, dolorosa y profundamente hermoso, el otoño; y al mirar hacia atrás, al verano que se aleja, sabré, sin dudas, que mi piel, madurada por la espera, va a mudar de nuevo; que con esta despedida digo adios, de nuevo, a los sueños inaprensibles, a la pasión y la locura; que con el siguiente paso me acerco, de nuevo, al abismo irresistible de la melancolía y la pérdida.

Ya se acerca, ya viene, la estación de la siega y de los frutos... ya llega el otoño, la estación de recolectar, cosecha amarga, otro fracaso.





Buenas noches, a todos.