Hoy recordé todas las cosas que pretendì ser para lograr odiarme. Para terminar no solo con mi síndrome de Narciso sino también con tu masoquismo, recuerdo cuando te susurré imprudencias que solo te envenenaban más. Ahora veo en esta remembranza que no solo me suplicaste de rodillas empeñando tu vida, no. Prometiste algo absurdo: "cambiar por mí". Le cediste mi nombre a tu razón anónima. Me importó nada seguí la dirección que era necesaria para no acarrear con una alma más que no sea la mía. Estaba, y sigo, demasiado perdido como para llevarme tu existencia atada a mi cuello. De pronto lo recuerdo mejor. ¿Por qué me duelen las rodillas?¿Por qué mi lengua se paraliza?¿Por qué tengo este incón de humillación?


Ah sí... recordé que no eras tú.
Recordé que fui yo.